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La soja también es beneficiosa para el cerebro

2013-06-11

11 jun (EFE).- Las isoflavonas, sustancias naturales de origen vegetal que se encuentran sobre todo en la soja, restaurían los niveles de producción de células deterioradas en el cerebro a causa de la obesidad, señala un estudio realizado por científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), adscritos al Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERon), de España.

De probarse esta investigación en humanos -que ya se ha testado en roedores y cuyos resultados fueron publicados en la revista científica Plos One-  podría “abrir una vía terapéutica de largo recorrido” beneficiosa para las personas. “Las isoflavonas podrían suponer una alternativa real al tratamientos farmacológico en la lucha contra el daño cerebral relacionado con la obesidad”, indica el comunicado del CIBERon.

La obesidad puede causar lesiones en el cerebro al influir en la regeneración neuronal o neurogénesis.  Esta investigación demuestra que la administración de isoflavonas restaura los niveles de neurogénesis (nacimiento de neuronas o producción de células del sistema nervioso central) en el hipocampo (área relacionada con la regulación de la memoria, la cognición y el control emocional) que la obesidad había deteriorado.

“Es factible pensar que este efecto beneficioso sobre la neurogénesis podría asociarse a la mejora de los deterioros emocionales y cognitivos descritos en pacientes obesos”, apuntan los investigadores.

El trabajo fue realizado en roedores a los que se les indujo sobrepeso dietéticamente. Para ello se les administró dos tipos diferentes de dieta: una estándar y otra muy rica en grasas. Tras la inducción de obesidad se trató a los animales con daidezeína (uno de los principales tipos de isoflavona) durante trece días.

Los roedores alimentados con la dieta alta en grasas sufrieron alteraciones del hipocampo y el tratamiento con daidzeína logró la reducción de la apoptosis (muerte celular) y gliosis (proliferación de astrocitos y microglia en regiones lesionadas del sistema nervioso central); en esa área del cerebro, a la vez, que aumentó la proliferación de células.

Además, “estos efectos se asociaron a una reducción del aumento de peso, una mejora de la tolerancia a la glucosa, una disminución del colesterol, la insulina y la testosterona y un aumento de los niveles plasmáticos de la leptina (conocida como la hormona de la delgadez, entre cuyas funciones se encuentra la de inhibir el apetito)”, explican los doctores Juan Suárez y Fernando Rodríguez Fonseca en el comunicado.