La neurobiología de las experiencias espirituales

Autor: Varios Fecha de Publicacion: 2010 Resumen:

Para este mes hemos querido centrar ambos trabajos en relación al mismo tema: La neurobiologìa de las experiencias espirituales.

 Los trabajos seleccionados son: The Spiritual Brain: Selective Cortical Lesions Modulate Human Self-Transcendence. Neuron 65, 309–319, February 11, 2010 y Neural correlates of religious experience.European Journal of Neuroscience, Vol. 13, pp. 1649±1652, 2001.

Con el avance de las neurociencias cognitivas y el uso de nuevas técnicas de imágenes para evaluar el funcionamiento cerebral, se han abierto en las últimas dos décadas una serie de posibilidades para explorar las estructuras cerebrales relacionadas a experiencias de orden espiritual.

Hoy es claro que existen modos de funcionamiento cerebral relacionados con las emociones y cogniciones propias de experiencias de este tipo. Esto por cierto no reduce “La experiencia espiritual” al conjunto de sucederes neurobiológicos que acontecen en quien vivencia esto desde la mirada de la primera persona.

La mayoría de los estudios se realizan en sujetos que presentan una proclividad a experimentar estados espirituales: religiosos, meditadores, monjes budistas, etc. Otros estudios se realizan con sujetos sin una proclividad hacia la vida espiritual, estimulando ciertas estructuras cerebrales o conociendo la respuesta asociada al daño de estas. De este modo, las áreas más asociadas a estas experiencias involucrarían a un circuito fronto-parietal. Específicamente, a corteza prefrontal dorsolateral y frontal dorsomedial, así como el cortex parietal medial. Se enfatiza, especialmente, a la región parietal posterior derecha o izquierda en los modelos lesionales.

Otros estudios con neuroimágenes destacan que quienes practican técnicas meditativas presentan activación de la corteza prefrontal y  tálamo.Como consecuencia de lo anterior se produciría una suerte de “desconexión del lóbulo parietal”. Luego, y como bien sabemos, dentro de las funciones adscritas al lóbulo parietal, está la representación de nuestra imagen corporal y los límites entre nuestro cuerpo y el entorno. Así, un funcionamiento diferente de esta región podría dar cuenta, por ejemplo, de la sensación de sentirnos “uno con lo que nos rodea” tan frecuentemente descrita en experiencias místicas.

Junto a lo anterior y al presentar un componente emocional, la experiencia espiritual implicaría a otras estructuras como: amígdala, corteza cingulada, tálamo e hipocampo (circuito de Papez).

Como reflexión final, y para evitar caer en una suerte de mirada materialista/reduccionista, quisiera comentar que si bien es posible conocer que estados de funcionamiento y estructuras cerebrales se encuentran relacionadas con experiencias espirituales, no es posible afirmar que: “la experiencia espiritual reside o se debe a un funcionamiento particular de dichas estructuras”. Como en todo fenómeno de orden complejo, no parece prudente reducir la experiencia a la simple suma de fenómenos cerebrales. 

 Espero que estos trabajos sean de su interés

Saludos cordiales,

Dr. Rodrigo Correa 

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