Temas de Interés

La vida en simple

2012-07-05

Se trata de cambiar el enfoque y dejar la espiral de complicaciones que surgen a diario. Para que sea sencillo y coherente con el objetivo, esto no debe tomarse como una obligación, sino como un gusto. ¿Cómo? Hay algunos puntos clave que dan la pauta. Publicado el 8 de abril de 2012 en Revista Mujer. Por Macarena Anrique

CUANDO VEMOS A UN niño atento al vuelo de un insecto o feliz por salir a dar una vuelta a la manzana, conmueve su capacidad de asombro y gozo. Pensar que todos fuimos así de sencillos, capaces de disfrutar al máximo con todo lo que nos rodea. ¿Cuándo y cómo fue que nos volvimos tan complejos que nos cuesta encontrar tiempo para disfrutar con los pequeños detalles que ocurren a toda hora, ahí, al alcance de cualquier mano?

Tal vez vivimos a un ritmo que nos pasa la cuenta o nos hemos complicado con diversas exigencias, muchas veces externas. Pero, quizá, es necesario haber recorrido una ruta de complejidadespara regresar a lo simple. El camino de vuelta tiene varios componentes y, como explica Susana Muñoz, psicóloga y directora del Centro de Desarrollos Sistémicos Serbal, volver a lo simple tendría que ver con el retorno a la conciencia de lo que somos como seres humanos.

Tomar conciencia de sí

Podemos simplificar la vida si nos dejamos fluir, acoplándonos a los ciclos de nuestra naturaleza en lugar de alienarnos. Para lograrlo, una clave está en los vínculos amorosos, con amigos, familia y/o pareja. Tiene que ver con resistir las lágrimas del otro, sus rabias e incertidumbres. “Ese es un espacio saludable, porque es recíproco: a veces le toca al otro contener y otras, somos nosotros quienes contenemos”, dice la especialista.

Tomar conciencia de sí mismo es otra clave; conciencia del ser, que es distinto del tener. “Cómo vivir esencialmente con lo que somos, con nuestra identidad; hacer consciente qué me está pasando y por qué”, explica Susana Muñoz.

El siquiatra Rodrigo Correa, director médico del centro Psicoestasis y especialista en trastornos del ánimo de la mujer, lo confirma. “Parte importante de la tarea de progresar hacia una vida más simple y de mejor calidad tiene que ver con estar atentos y conscientes a nuestros procesos madurativos, así como a las experiencias vividas. Parece interesante desarrollar la habilidad de ‘procesar’ nuestro pasado de modo que se transforme en experiencia y afecte de un modo positivo nuestro accionar ante futuras contingencias”.

Vivir en tiempo presente

Pasado y futuro no pueden controlarse. El presente sí, y experimentarlo en conciencia, cada momento, es otro de los pilares de una existencia simple. El doctor Correa dice que esta es una cualidad ‘entrenable’, gracias a la cual resulta fácil relacionarse con la realidad contingente de manera directa y económica, desde lo cognitivo y emocional, es decir, de un modo simple.

Si vivimos fuera del presente es como escapar, asegura la psicóloga Susana Muñoz. Y agrega: “No vivir en el presente puede agobiar o alegrar ilusoriamente. Abre un tercer tiempo que es el de la espera. Ahí estoy fuera del mundo existencial, en un tiempo sin tiempo, que es el peor de los mundos, esperando que las cosas me ocurran. Esto está lejísimos de vivir la vida simplemente. Genera frustración, resentimiento, odio a la humanidad, duda, todo tambalea. Es autodestructivo”.

Calmar la mente

“Vivimos una vida muy agitada y con diversas cosas por hacer. No sabemos cómo manejarla y la única forma es vivir el momento presente, pero también calmar la mente. Cuando se logra, aprendes a vivir sin preocupación por lo que hiciste o por lo que viene”, asegura Lupita Cravioto, presidenta e instructora de El Arte de Vivir Chile, fundación internacional con 30 años de trayectoria que, entre otras actividades, imparte talleres para aprender técnicas de respiración, creadas para apaciguar la mente y bajar el nivel de estrés.

Usualmente, solo advertimos nuestra respiración cuando nos asustamos o cansamos. Pero ser conscientes de ella, a nuestro antojo, permite conectar cuerpo y espíritu. “Practicando, te empiezas a dar cuenta de que la felicidad está en tus manos. Sirve para estar relajado y optimista durante todo el día. Siendo positivos, todo se va acomodando. Si aprendes a manejar tu mente y tus emociones aprendes a estar bien”, dice.

Junto con aprender técnicas de respiración, se aconseja favorecer el equilibrio con prácticas como yoga, tai chi o meditación. “Pueden ser un modo de ‘entrenar’ nuestra mente, especialmente la capacidad para ‘presentificar’ nuestra experiencia”, acota Rodrigo Correa.

Sentir el cuerpo

La meditación o una adecuada técnica de respiración logra la conexión con uno mismo, y para practicarla simplemente hay que abrirse. Lupita Cravioto cuenta que así le ocurrió. “Soy bien estructurada, ingeniera en computación, pero cuando hice el curso en la fundación empecé a tener conciencia de que se puede trabajar en uno mismo; comencé a tener más tranquilidad interior y eso me permitía estar más contenta, aprender a enfrentar los problemas y resolverlos. Encontré la paz que no tenía”.

Tomar conciencia de lo que nos hace bien y de nuestro cuerpo es la antesala para encontrar felicidad en cosas sencillas: una conversación, disfrutar una taza de café, la observación de una flor. “Eso es vivir en forma simple, pero uno no lo ve. Entonces, la base es estar conectado con uno mismo y aprender a vivir”, asegura Lupita.

Una necesaria pausa

Las pausas son pequeños tiempos en los que se saborea la experiencia y se la hace consciente. Nada tiene que ver con aislarse, al estilo de instalarse en la montaña para meditar.

Así como la técnica de respiración que se enseña en la fundación El Arte de Vivir requiere de tan solo 20 minutos al día, la psicóloga Susana Muñoz explica el concepto de descansar en el movimiento. “Como el corazón que nunca para, pero entrega todo lo que recibe en la contracción y en la relajación descansa, se trata de hacer pequeños altos, pausas saludables cuyo beneficio es abrir un espacio a la relación del sujeto con él mismo y la conciencia del cuerpo… Con tan solo respirar, podemos poner la mente cognitiva en detención para sentir, ya sea el frío, el aroma de las flores, cualquier cosa”.

Desapego a lo material

Estar bien con lo que se tiene, aprovechándolo al máximo y sin desgastar energía para alcanzar lo que otros poseen, puede ser otro secreto para lograr una vida simple. No es malo tener, pero sí genera un peso. “Si lo pensamos en la corporalidad, mientras más tengo más me engrueso, me enfermo finalmente, porque no puedo administrar todo lo que tengo. Pero si tengo lo que necesito, voy alivianando… Habitualmente, las personas que poseen demasiado no viven en el presente, están hambrientas de estímulos. Los necesitan para poder sentir”, explica la psicóloga Susana Muñoz.

Lupita Cravioto, a su vez, dice que dejar de acumular puede generar libertad. “Te despojas de eso material y te crea algo mental. Liberarte de cosas acumuladas, es como liberarse de problemas. Pero no es tanto un asunto de austeridad, sino de desapego. Si tienes está bien, pero si no, que tu mente no se enrolle”.

Una cosa a la vez

La adecuada priorización de las actividades es uno de los modos de acercarse a un estado de bienestar general, asevera Rodrigo Correa. Se trata de avanzar por etapas y ponerse pequeñas tareas, ateniéndose a ellas e, idealmente, no agregar más en cuanto no podamos lograrlas en el aquí y ahora. Esto es relevante, sobre todo en nuestra cultura en que la multiplicidad de roles femeninos es altísima. No es sencillo mantenerlo. Pero para retornar a la simplicidad se aconseja asumir que no va a ser perfecto. Es un deseo ser una superbuena mamá, ser excelente en todo, no obstante hay que bajar el nivel de metas y la cantidad de ellas.

Los otros

Debieran ser vistos como nuestros colaboradores. “Cada vez que compito con ellos, existen como una marca a superar. El ‘estar’ con otro, en cambio, permite la cooperación. Si voy construyendo con otros, la vida es simple”, asegura Susana Muñoz.

A la vez, la psicóloga explica que parte de la simpleza es aceptar que existe otro que vive de modo distinto, por lo tanto, es necesario dejar de imponer nuestro punto de vista y no responsabilizar a otros. Y en el  mismo camino, no pensar en lo que quisiera o debería llegar a ser de acuerdo con las expectativas que otros tienen de mí. “Tengo la idea de que lo simple tiene que ver con lo coherente, entre lo que pienso, lo que siento, lo que hago y cómo me voy moviendo en la vida”, concluye.

  • LO BUENO DE SIMPLIFICAR
  • La simpleza, en alguna medida, nos hace más humildes y personas con mejores relaciones interpersonales. Tal vez porque nos ayuda a apreciar valores que la complejidad opaca, por ejemplo, la paciencia y la tolerancia. También permite bajar niveles de ansiedad y mejorar el estado de salud, reduciéndose con ello los riesgos de trastornos emocionales, cardiovasculares y del sueño, entre otros, según asegura el doctor Rodrigo Correa. “Por lo general, este estado de bienestar general se acompaña además de estilos de vida saludable, con menos posibilidades de presentar abuso de sustancias u otras conductas que pongan en riesgo nuestra integridad”.