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La importancia del buen dormir

2012-05-28

Los trastornos del sueño pueden ocasionar desagradables problemas, como somnolencia diurna, malestar general, alteración de la memoria y la concentración. De ahí la relevancia de dormir bien. Dos expertos aconsejan cómo lograr un descanso reparador. Publicado el 9 de marzo de 2012 en La Tercera. Por Priscila Leiva

EL ORGANISMO NECESITA descansar un número importante de horas durante la noche. Si esto no ocurre, los efectos se hacen sentir a la mañana siguiente y durante la jornada. De ahí la importancia de saber cómo lograr un sueño reparador y evitar los trastornos asociados a los malos hábitos y otras condiciones de salud que afectan la calidad del sueño y causan otros problemas.

La mayoría de las personas ha pasado más de una noche en vela, pero cuando esto se hace frecuente el organismo se resiente y manifiesta la falta de descanso.

Si bien entre los investigadores no existe consenso sobre las funciones del dormir, es claro que desde el punto de vista clínico, su alteración se relaciona con importantes consecuencias para la salud general.

“Una de las más inmediatas son aquellas relacionadas con los procesos cognitivos. Así, la concentración, atención y memoria se ven afectadas al poco tiempo de experimentar problemas para dormir”, dice el psiquiatra Rodrigo Correa, director médico de Psicoestasis.

Asimismo, el mal dormir es una de las razones más importantes por las que aumenta la accidentabilidad entre los pacientes que lo padecen y está relacionado, además, con la reducción de sus rendimientos laborales y académicos.

Pero el problema puede tener efectos más graves y profundos. Así, “otra consecuencia relevante es la asociación entre dificultades para dormir y trastornos psiquiátricos. Entre ellos, depresiones, trastornos ansiosos e irritabilidad. Si bien es difícil establecer con certeza relaciones de tipo causa-efecto entre el dormir y estas patologías, es claro que coexisten con gran frecuencia”, agrega el experto.

También se debe considerar la propensión a alteraciones cardiovasculares y cerebrovasculares entre quienes no duermen bien. Más allá de todos estos problemas de salud y factores de riesgo, “es importante destacar un elemento muy subjetivo, pero de gran relevancia, que es la sensación de malestar general que experimentan las personas que presentan un mal dormir. Será, entonces, la calidad de vida de los afectados una de las principales consecuencias de una alteración del sueño”, enfatiza el profesional.

Fases del sueño

El dormir se divide en dos grandes fases: la primera, conocida como sueño “no REM” y la segunda denominada “sueño REM”.

La sigla REM “corresponde a la denominación en inglés para ‘movimiento rápido de los ojos’. En esta fase se produce un movimiento acelerado de los globos oculares y es la etapa del sueño, donde se producen preferentemente las ensoñaciones”, explica el doctor Rodrigo Correa.

A la vez, el sueño “no REM” se divide en cuatro etapas, siendo la cuatro la del sueño profundo. “Cada una de estas etapas tiene sus propias características, en las que se producen cambios (lentificación) en el ritmo de la actividad cerebral. Asimismo, la sincronización tálamo-cortical es la base neurofisiológica en este tipo de sueño, donde la actividad neuroendocrina se incrementa y la actividad muscular está disminuida respecto a la de la vigilia, pero ésta aún persiste”, detalla la doctora Ana Salinas, neuróloga de Integramédica y del CRS del Servicio de Salud Metropolitano Occidente.

En tanto, el sueño rápido o “REM” ocurre en la etapa cinco del sueño. “Se produce una actividad cerebral rápida parecida a la de la vigilia. Además, ocurre una hipotonía muscular total, con actividad muscular fásica, principalmente en los músculos oculares. En esta etapa ocurre la mayor actividad onírica (los sueños) y hay cambios en el ritmo cardíaco y  respiratorio”, agrega la profesional.

Es importante precisar que desde el inicio del dormir se produce una progresión desde la etapa uno a la cuatro del sueño “no REM” con un dormir cada vez más profundo, luego se avanza a la fase “REM” para empezar otra vez desde la etapa uno.

“Un ciclo de sueño completo (desde la fase uno de sueño ‘no REM’ al término del sueño ‘REM’) se prolonga por aproximadamente 90 a 110 minutos y durante cada noche experimentamos muchos de estos ciclos. A su vez, cada una de estas fases presenta características fisiológicas particulares que la hacen distinguible”, señala el doctor Correa.

Principales trastornos

Cualquier alteración que impida conciliar el sueño por la noche o que genere somnolencia durante el día se denomina trastorno del sueño.

Según datos de la última Encuesta Nacional de Salud (2009-2010), el 62,3% de los chilenos tiene, en alguna medida, este problema. “Un 67,4% de las mujeres padece trastornos del sueño, mientras que la cifra se reduce en los hombres a un 58,8%”, señala el estudio.

La clasificación de estos trastornos comprende tres grandes grupos. “Disomnias (insomnios –dificultad para iniciar o mantener un sueño normal- e hipersomnias –excesivo sueño diurno-); parasomnias (sonambulismo y terrores nocturnos), y alteraciones del sueño asociadas a trastornos médicos y psiquiátricos”, explica la doctora Ana Salinas.

Ante cualquiera de los trastornos del sueño descritos que se presenten por un periodo de tiempo prolongado y/o afecten la calidad de vida o rendimiento laboral o académico del individuo, la neuróloga aconseja pedir ayuda a un profesional.

“Los trastornos del sueño son tratables, lo importante es un buen diagnóstico y revisar la higiene del paciente, la que juega un papel fundamental en la génesis de algunos de estos problemas. Asimismo, en ocasiones se requiere de un equipo multidisciplinario para el tratamiento; el manejo de las condiciones extrínsicas, como los factores ambientales y las dependencias a fármacos, alcohol, etc., así como un paciente disciplinado que siga las recomendaciones del especialista”, señala la doctora Salinas, quien agrega que en algunos casos también es fundamental el manejo de las enfermedades de base que originan el trastorno del sueño, como ocurre en el caso de las psicosis o trastornos de pánico.

  • HIGIENE DEL SUEÑO
  • Para lograr un buen dormir se recomiendan seguir una serie de medidas conocidas como “higiene del sueño”. Entre sus principales recomendaciones se encuentran: “procurar un ambiente propicio para dormir, sin ruidos o luminosidad molestos, destinar la habitación para dormir, evitando realizar otras actividades como comer, estudiar o ver televisión en dicho espacio, y evitar comidas abundantes y el ejercicio físico por la noche”, aconseja el doctor Rodrigo Correa.
  • La neuróloga Ana Salinas también recomienda “tratar de establecer horarios para dormir y despertar y evitar el consumo de sustancias estimulantes del SNC (Sistema Nervioso Central) como el café, tabaco, alcohol drogas y algunos fármacos. Asimismo, cuando las preocupaciones son las que impiden dormir, no es bueno quedarse en la cama pensando en ellas, sino más bien levantarse a realizar otra actividad y después volver a la cama”, sostiene la profesional.
  • FUNCIONES DEL SUEÑO
  • A juicio de la doctora Ana Salinas, a nivel fisiológico, el sueño es fundamental para que nuestro organismo pueda cumplir con importantes funciones. La experta detalla entre ellas:
  1. Funciones neuroendocrinas (secreción de hormona del crecimiento).
  2. Secreción de cortisol (hormona esteroidea) que cumple diversas funciones, entre ellas las metabólicas y homeostáticas (tendencia general de todo organismo al restablecimiento del equilibrio).
  • No obstante, las alteraciones del sueño pueden provocar:
  1. Trastornos emocionales.
  2. Irritabilidad.
  3. Depresión.
  4. Alteración de la memoria.
  5. Alteración del juicio.
  6. Alteración de la concentración.
  7. Alteraciones metabólicas.
  8. Disregulación térmica.
  9. Alteraciones inmunológicas.
  •  CANTIDAD DE SUEÑO
  • Cada persona tendrá una cantidad de horas de sueño necesaria para mantener un funcionamiento diurno normal. Sin embargo, existen rangos aproximados para la mayoría de las personas. “Por una parte, se encuentra la mayoría de la población, que requiere entre siete y ocho horas por noche. Luego existen los llamados ‘dormidores cortos’ que requieren menos de 6 horas y, por último, los ‘dormidores largos’, que necesitarán de 9 a 10 horas por noche”, sostiene el doctor Rodrigo Correa.
  • Las etapas de la vida también presentan diferencias en la cantidad de horas requeridas por noche. Así, “un recién nacido dormirá, en promedio, 16 horas; los niños de hasta 10 años, de 10 a 12 horas; los adolescentes, 10 horas; un adulto joven ocho horas, y un adulto mayor de seis a siete horas”, detalla la doctora Ana Salinas.